Peronismo y medio ambiente
“La integración y el medio ambiente deben ser discutidos por los pueblos, no sólo por los gobiernos”
Por Sol Giles
La Cátedra “América Latina Ahora o Nunca” es un espacio de estudio y reflexión abierto e itinerante que invita a pensar el momento histórico de Latinoamérica y el uso de los recursos naturales como fuente de disputa del Siglo XXI. Su titular, Gustavo Koenig, cuenta el origen de la Cátedra, cuestiona a Greenpeace y al academicismo universitario tradicional y contextualiza la región en un proceso de integración política y social.
La Cátedra presenta sus contenidos y fundamentos políticos ideológicos sin ambigüedades: “En los centros de poder ha reventado la gran estafa de la burbuja especulativa y financiera. Es el momento de la economía real, dicen ahora los estafadores, mirando con avidez nuestras riquezas naturales. Mientras, en este rincón de la Tierra, en este pedazo de continente, en esta tan nuestra América Latina, se siente avanzar el espíritu de nuestra Tierra, la presencia de nuestros Pueblos que vuelven desde el fondo de la historia a reclamar su protagonismo (…) Tenemos que volver a encontrarnos en nuestra relación con la naturaleza. Debemos escuchar con atención el mensaje ancestral de nuestros hermanos pueblos originarios. Ellos aman la naturaleza. Para ellos la tierra es su madre, no un recurso”
¿Cómo nace la Cátedra y a qué se debe el nombre?
El nombre surge por América Latina Ahora o Nunca, un libro poco difundido de Juan Domingo Perón, en el cual habla del ABC, la integración regional entre Argentina, Brasil y Chile. El documento fue encontrado en 1953 como El imperialismo Argentino, nombre impuesto por los servicios de inteligencia norteamericanos. Perón, hace 50 años, ya hablaba de la integración regional, de la recuperación de los recursos naturales y advertía que el futuro de las naciones estaría determinado por una crisis de superpoblación y superindustrialización que generaría escasez de materia prima y alimentos, por lo que todos los países poderosos del mundo vendrían a buscar nuestra riqueza.
¿Por qué es una Cátedra itinerante y no concursa en las esferas academicistas tradicionales?
Las cátedras universitarias son feudos donde se prestigian unos popes de la intelectualidad para ser reconocidos y en donde, para sostener ese prestigio, se mantienen discusiones anacrónicas. A la Universidad de Buenos Aires le falta un sacudón para discutir algunos temas. Una Cátedra abierta no se limita a un círculo académico con preguntas complicadas para demostrar los libros leídos, sino que permite reflexiones más amenas y llevaderas que se puedan discutir en una plaza, un bar o una esquina. Buscamos hablar de “América Latina Ahora o Nunca” en todos lados porque creemos que la integración y la importancia del medio ambiente debe ser discutida por los pueblos, no sólo por los gobiernos.
¿Cuál es el fundamento de la cátedra para definir a los intelectuales academicistas como la “Indigestación mental del intelectualismo solitario”?
En la Universidad se ve que los intelectuales, por leer muchos libros europeos, norteamericanos o saber citar autores alemanes, franceses, españoles y de la Escuela de Chicago, impregnan una cantidad de conocimiento importado que no nos permiten ver la realidad con nuestros propios elementos. Creo que es tanta información conceptual importada que, los intelectuales solitarios, inorgánicos, que no participan de ningún proceso de cambio y sólo se interesan por escribir y encontrarse en algún diario, terminan por indigestarnos.
¿Por qué la Cátedra sostiene la necesidad de una reactualización doctrinaria como pilar para la integración regional?
Decimos reactualización doctrinaria porque en los 70´ hubo una actualización doctrinaria que tenía que ver con acercar el peronismo al socialismo. Perón, en 1962, dejó postulados ecológicos, donde hablaba de la defensa del medio ambiente, del cambio climático, de las especies marinas y terrestres y de la relación de destrucción del hombre con la naturaleza. Esto no lo tienen en cuenta ni los partidos ni las organizaciones sociales, por falta de una reactualización doctrinaria. Hay que volver a vincular al peronismo con las tradiciones de los pueblos originarios, los ancestros y la naturaleza. La militancia necesita valores y principios por los que luchar porque, si esos valores no están claros, ni se discute y afronta cuáles son las luchas y las ideas que nos motorizan, no habrá línea de acción ni unidad de construcción. A veces tenemos ideas anacrónicas de los problemas reales del mundo, debemos construir la mística de nuestra propia generación.
¿Podríamos hablar de un peronismo latinoamericano?
Si, cuando se empezó a hablar del ABC, a Perón le propusieron armar la Internacional Justicialista, pero él se negó porque consideraba que el justicialismo era una experiencia del pueblo argentino y que no teníamos porqué imponérsela a otra naciones. Lo que había que hacer era acordar una ideología común entre latinoamericanos. Vincular lo ecológico con esto no es hacerlo de modo berreta, como Greenpeace, que hace negocio con el sentimiento de culpa y no encara los problemas de forma política ni como una herramienta de poder. Debemos hablar de la integración regional y de la recuperación del rol del Estado.
¿Existe otra forma de “integración regional”, a través de una República de la Soja?
Estados Unidos se refiere a Uruguay, Paraguay, Brasil y Argentina como la República de la Soja porque considera que son un enclave sojero de repúblicas que sólo sirven para producir soja. Pero es cierto que, más de la mitad de la superficie cultivada en estos países es de soja. Si no se frena con esa locura de los agronegocios, sólo seremos un desierto putrefacto, estéril, contaminado por venenos tóxicos y agroquímicos. Este hechizo productivista, donde vale más el combustible para un auto que una vida humana, demuestra que hay algunas discusiones pendientes en torno a la productividad, al desarrollo y al peligro de la generación del biocombustible.
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